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La Cuchara de San Telmo es otro de los clásicos donostiarras, que siempre está a tope y en Zeruko también tienen una llamativa barra de pinchos fríos aunque nos gustan más los calientes, como el original y humeante bacalao al sarmiento con ensalada efervescente de caserío –presentada líquida en un minitubito de ensayo-.
Merece la pena darse un homenaje con la chuleta, los pimientos y los tomates, amén de la aclamada tortilla de patata, de Bar Nestor, si logras hacerte un hueco en la barra. Y tampoco has de pasar por alto una visita a La Espiga y perderte en la llamativa oferta de esta institución del pincho vasco.
Y ya fuera de la parte antigua son varios los locales recomendables. Dos de ellos, ambos en el barrio de Gros, son Bergara (www.pinchosbergara.es) con su Urdaberri (calabacín con cigalitas) o Txalupa (gratinado de setas con langostinos) –por poner solo algún ejemplo- y El Patio de Ramuntxo, donde además de pinchos fríos y calientes y raciones, (rabo de ternera, pincho de foie y manzana, chipirones…) tienen varios menús que no están nada mal.
¡Ah! Y no podéis iros de la ciudad de la Playa de la Concha y el Peine de los Vientos sin probar el que, para mi, es el pincho por excelencia: la Gilda. Aceituna sin hueso, anchoa y guindilla… Lo encontraréis en cualquier local, aunque cuentan que se inventó en el bar Casa Vallés en honor a la famosa película de Rita Hayworth porque “era verde, salada y un poco picante”.