Viaje a México. Y quinta parte

Nos habíamos quedado en la ciudad de Guanajuato. No muy lejos de ella, hay también muchos lugares interesantes que visitar.

Nos acercamos también al Santuario de Cristo Rey, en el Cerro del Cubilete, en el municipio de Silao, el segundo monumento del mundo, después del brasileño Corcovado, dedicado a la figura de Cristo. La escultura mide 20 metros de altura y pesa 80 toneladas y está localizada a 2.600 metros sobre el nivel del mar.
Muy cerca de allí disfrutamos de un «Desayuno campirano» (preparado en ollas de barro sobre fuego de leña) en una de las múltiples fondas que hay en la carretera camino del Santuario.
Allí nos ofrecieron, recién hechas, unas riquísimas quesadillas, cuyas tortillas preparan en el comal -o plancha- y una de las estrellas del desayuno mexicano: los Chilaquiles en salsa roja. Se trata de la misma tortilla -omnipresente en la cocina de este país- troceada y cocinada en una salsa picante de jitomate -nombre que recibe aquí nuestro tomate de toda la vida- con mucho queso fundido. Rico ¡Pero una bomba de relojería! Bebimos café de olla con piloncillo, un edulcorante natural sólido que tiene toques a canela.
Además, a menos de una hora de Guanajuato, también se encuentra otra bella ciudad de nombre San Miguel de Allende, considerada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO. De calles empedradas y edificaciones coloridas. El nombre de San Miguel de Allende está formado por los nombres de Fray Juan de San Miguel, fundador de la población, y de Ignacio Allende, caudillo de la Independencia Nacional. Está repleto de monumentos históricos.
Allí, concretamente en el Hotel Real de Minas, disfrutamos de una excelente comida acompañada por algunos de los vinos que se están haciendo en México, en las zonas de Baja California y en el mismo estado de Guanajuato. Sorprendentes y muy diferentes a lo que habíamos probado antes. Tintos, blancos y rosados, elaborados con distintas variedades de uva.
Mención a parte se merece el tequila blanco que nos dieron de aperitivo, elaborado en San Miguel de Allende. Nada que ver con los que suelen -mal- servir en España. Éste, llamado Casa de Dragones, es sutil, elegante, todo lo suave que puede ser un tequila excepcionalmente elaborado. De producción limitada y a un precio de mas de 200€ la botella.
El mundo del tequila y del mezcal son fascinantes aunque poco conocidos en nuestro país. Ambos proceden del ágave (un tipo de cactus de la familia del aloe vera), pero de distintas variedades y siguen procedimientos diferentes de elaboración.
De la comida que degustamos en el Hotel Real de Minas nos quedamos con la Ensalada de nopales, lechuga, tomate, queso y vinagreta de chile de árbol (la inmensa variedad de chiles o guindillas de México darían para una enciclopedia). Curiosísima la Crema de chicharrón, jitomate, queso panela, Chile guajiro y aguacate y un trocito de chicharrón
frito.
¡Qué debilidad la nuestra por los tacos! Aquí nos los sirvieron deliciosos: uno de Chicharrón de salmón, con la piel muy crocante, otro de Tocino con perejil y uno más bautizado como «Gobernador», de camarón, queso y epazote (un tipo de hierba aromática). Cada uno con su respectiva salsa.
Nos encantó el postre: un helado de mantequilla con café aromatizado con canela y flameado con tequila.
A este magnífico almuerzo le siguió una visita al Rancho Toyan, propiedad de Marta Molina, donde cultiva todo tipo de productos ecológicos, entre ellos uvas para elaborar vinos, bajo la marca Mar de Nexos. Un personaje fascinante.
Como fascinante ha sido nuestra primera visita a México, donde seguro que volveremos. Son varios los estados que nos gustaría conocer: Veracruz, Chiapas, Jalisco, Oaxaca, Puebla, Tabasco, Yucatán… ¡y una gastronomía por descubrir en cada uno de ellos!